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Recomendaciones para el uso correcto de la polimedicación

Según La guía para pacientes geriátricos, hay que evitar recetar medicamentos que no aporten un beneficio real

    Rocío nunca se había quedado a cargo de su abuela Josefa, una mujer de 90 años con una demencia en fase leve. Pero, ese fin de semana, se ofreció a estar con ella para que sus padres pudieran ir juntos a las fiestas del pueblo de su padre.

    Su madre, que desde hacía años se encargaba de su cuidado, le dio instrucciones precisas sobre lo que tenía que hacer. Cuando llegó al pastillero, Rocío se quedó asombrada: “¿Todas esas pastillas se toma la abuela?”, exclamó incrédula. “Sí, hija. ¿Te parecen muchas? Pues antes tomaba más”, respondió su madre.

    Rocío tenía la imagen de los comprimidos de su abuela grabada en la cabeza. ¿Serían necesarios todos esos medicamentos? En cuanto dejó a su madre, decidió averiguar si existían unas pautas que guiaran la prescripción de fármacos para las personas mayores. Afortunadamente, encontró La guía farmacoterapéutica para los pacientes geriátricos de la Dirección Territorial de Sanidad de Guipúzcoa.

    Según datos del Instituto Nacional de Estadística, las personas mayores de 65 años representaban, en el 2014, el 18,2% de la población en España. Este grupo son los principales consumidores de medicamentos. La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología ha afirmado que casi el 90% de los mayores de 65 años consume medicamentos a diario.

    Según la revisión Medication Management of the Community-Dwelling Older Adult (Manejo de la medicación del adulto mayor –mayor de 65 años- en su domicilio-comunidad) en Estados Unidos, el 30% de los ingresos hospitalarios entre este grupo de personas está relacionada con los medicamentos.

    En concreto, más de un 11% se debe a que no se toman la medicación y entre el 10-17% de los ingresos está relacionado con las reacciones adversas provocadas por los tratamientos.

    Así que la idea de Rocío de informarse sobre qué criterios se debían seguir para utilizar correctamente los medicamentos en las personas mayores había sido acertada.

    Estos son los puntos más destacados de La guía para pacientes geriátricos:

    • Asegurarse de que el tratamiento farmacológico es necesario. Pueden existir otras opciones, además de los medicamentos, que son menos agresivas. El objetivo es evitar recetar fármacos que no aporten un beneficio real. Lo mejor es consultarlo con el médico.
    • Administrar el menor número posible de medicamentos.
    • Se recomienda que a los pacientes mayores se les prescriba aquellos medicamentos más apropiados para su edad. Hay que evitar los fármacos que han sido poco estudiados o con los que se tiene poca experiencia.
    • Antes de recetar un medicamento, es preciso conocer bien su farmacocinética, es decir, cómo se comporta desde que es administrado por primera vez hasta que se elimina. Además se tiene que tener en cuenta las interacciones y los efectos secundarios más frecuentes. Evitar en lo posible recetar un medicamento para contrarrestar el efecto secundario que ha provocado otro.
    • Comenzar el tratamientos con dosis bajas para ir aumentándolas, poco a poco, hasta llegar a la dosis tolerada más eficaz. Intentar que las pautas de administración sean lo más sencillas posibles.
    • Cada vez que se visita al médico, éste deberá revisar la eficacia y seguridad de cada medicamento que se ha prescrito. Es decir, si los tratamientos están cumpliendo los objetivos marcados en un principio.
    • Suspender un tratamiento es tan importante como iniciarlo. Hay que adecuar el tratamiento a las necesidades asistenciales del paciente.
    • Informar al paciente y al cuidador sobre las indicaciones de los medicamentos, cómo se tienen que administrar, los efectos secundarios y, en caso de que aparezcan, qué se debe hacer. Incluso, sobre el tiempo que tiene que transcurrir hasta alcanzar la respuesta terapéutica. Según la revisión de estudios anteriormente mencionada, que el paciente o el cuidador tenga un mayor conocimiento se asocia con un mejor cumplimiento del tratamiento.
    • Tiene que haber una coordinación entre los distintos especialistas que se ocupan de la atención del paciente. En la revisión de estudios se han referenciado trabajos en los que se muestra que los especialistas no eran conscientes de todos los medicamentos que estaban tomando los pacientes.
    • A la hora de prescribir, hay que tener en cuenta la lista de medicamentos inapropiados para personas mayores (BEERS, STOPP-START).
    • Valorar la relación riesgo-beneficio de cada medicamento prescrito, dado que les afectan más los efectos secundarios. A una persona mayor, un fármaco le puede provocar una caída, lo que podría conllevar una fractura de cadera, o impactación fecal (una forma grave de estreñimiento que requiere un tratamiento inmediato), incontinencia o una angina de pecho.
    • Establecer un plan de seguimiento para controlar y estimular la adherencia al tratamiento.
    • Antes de prescribir, hay que tener en cuenta la edad biológica, el apoyo social que tiene el paciente, el peso, comorbilidad (otras enfermedades existentes), la nutrición, la medicación previa, la esperanza de vida, los cambios fisiológicos del envejecimiento, la función renal y hepática del paciente, su estado mental y funcional (grado de visión, habilidad para abrir envases, deglución -proceso para tragar alimentos sólidos y líquidos-) El objetivo es que el médico valore las posibilidades que tiene el paciente de cumplir el tratamiento y de evitar las reacciones adversas.
    • Es preciso tener en cuenta la situación clínica del paciente. Hay personas cuyos problemas físicos les impiden poder tomarse los medicamentos: falta de fuerza, mala visión…
    • Si el paciente tiene dificultad para utilizar determinadas presentaciones, como las que tienen determinados inhaladores.
    • Si tiene temblores y no puede dosificar las formas líquidas de un determinado medicamento.

    Y, por último, dos observaciones: la soledad que sufren las personas mayores no se trata con medicamentos, sino con cariño, y la vejez no es una enfermedad, es un estado que hay que aceptar, una etapa de la que se puede disfrutar.

     

    Fecha de publicación: 24 octubre 2016

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