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¿Por qué está tan agitada? Quizá le duela algo
Cómo detectar el dolor en pacientes con demencia
Sara es una mujer de 82 años que sufre alzhéimer en una fase moderada. Lo que en su caso significa que se alimenta por sí sola y es capaz de controlar cuando tiene que ir al baño. Pero necesita ayuda para vestirse, asearse y moverse.
Desde hace dos semanas, Sara no parece la misma: se muestra agitada, agresiva y rechaza el contacto con las personas. Su hija, Ana, preocupada por este cambio de actitud, se lo comentó al médico.
Lo que Ana olvidó mencionar fue que su madre, justo hacía dos semanas, se torció el tobillo cuando ella la estaba pasando de la silla de ruedas a la cama. Sin embargo, ese detalle hubiera sido de gran ayuda para el médico.
De haberlo sabido, no le hubiera subido a Sara la dosis del antipsicótico que estaba tomando, sino que le hubiera prescrito un antiinflamatorio. Afortunadamente, a Sara se le terminó tratando el dolor que tenía en el pie. Y, a los pocos días, mejoró su apetito, se volvió más social, dejó de mostrarse agitada, y el especialista redujo la dosis del antipsicótico.
El caso de Sara no es nada raro. En el estudio, Intervenciones en la demencia dirigidas hacia el dolor o el comportamiento: Una revisión sistemática, se mostró que había una relación entre la mejora de la agitación y la reducción del dolor.
De hecho, cuando a los pacientes que participaron en el estudio se les suspendió la analgesia, la agitación que sufrían aumentó, a pesar de que el estudio duró solo cuatro semanas más. Otros trabajos, recogidos en la revisión El manejo del dolor en pacientes con demencia, demostraron que el tratamiento del dolor reduce las alteraciones de conducta.
Sin embargo el tratamiento del dolor en las personas con demencia representa un desafío porque, en las fases avanzadas de la enfermedad, los pacientes no son capaces de comunicar cómo se sienten. Si el cuidador no aprende a interpretar los signos, es muy posible que nuestro familiar sufra sin que nosotros lo percibamos.
Según el trabajo El manejo del dolor en pacientes con demencia, la prevalencia del dolor crónico está estrechamente relacionada con la edad. De hecho, el 72% de las personas con más de 85 años sufre dolor. Teniendo en cuenta estos datos, es evidente que el dolor es muy común entre las personas con demencia. En la revisión anteriormente mencionada, se estima que entre el 60% y el 80% de las personas con demencia de los centros residenciales experimenta dolor de forma regular.
El dolor se produce porque estos pacientes suelen tener problemas músculo-esqueléticos, gastrointestinales, afecciones cardiacas, infecciones genitourinarias, úlceras por presión (escaras) y dolor orofacial (molestias en la boca).
Sin embargo, su incapacidad para comunicarlo provoca que los cuidadores no sean conscientes de lo que ocurre y, por lo tanto, no reciban el tratamiento adecuado.
Una investigación epidemiológica internacional, recogida en el trabajo anterior, asegura que las personas mayores, y en especial las personas con demencia, reciben menos medicamentos para el dolor que las personas cognitivamente sanas, incluso cuando atraviesan por las mismas situaciones dolorosas.
El hecho de que el dolor no se trate correctamente puede deberse a varios factores. Además, de por la falta de comunicación, otra de las razones se debe a la escasez de estudios farmacológicos sobre cómo actúa este tipo de medicación en este grupo de personas. Los médicos solo toman decisiones basadas en su propia experiencia.
En el capítulo dedicado al dolor, elaborado por la Asociación Australiana de Alzhéimer, apuntan, además, otras causas, como que el paciente se siente deprimido, el miedo a tener que ser intervenido quirúrgicamente, a ser hospitalizado, traslado a un centro residencial, la falsa percepción de que los analgésicos son adictivos o a factores culturales, como no querer parecer débil o evitar quejarse.
¿Cuáles son los signos no verbales para detectar que una persona con demencia tiene dolor?
Ante la dificultad de que el paciente explique lo que le pasa, es preciso estar atentos a los siguientes signos:
- Si hace muecas con la cara
- Si muestra angustia
- Si protege una parte en concreto de su cuerpo o si es reacio a moverse
- Si se queja al moverse
- Si el grado de movimiento es limitado o se mueve lentamente
- Si aumenta la frecuencia cardiaca, la presión arterial o el sudor
- Si se muestra inquieto
- Si llora y da señales de que sufre
- Si aumenta o disminuye su vocalización
- Si se muestra retraído socialmente
- Si se muestra apático o pasa más tiempo dormido
- Si interrumpe su sueño o se muestra agitado
- Si su apetito disminuye
- Si aumenta su confusión
- Si se muestra enfadado, agresivo, irritable o agitado.
Puede ocurrir que algunos de estos síntomas se deban a otras causas, pero el dolor debería ser considerado como un posible desencadenante. Sin embargo, también se debe tener en cuenta que muchos pacientes quizá no demuestren ningún comportamiento específico.
¿Qué consecuencias puede tener que no se trate el dolor?
Si una persona con demencia sufre dolor y no se diagnostica, puede que se le prescriba un medicamento equivocado porque solo se han tenido en cuenta los signos que haya manifestado de una forma más evidente.
Por ejemplo, si una persona se muestra retraída porque sufre dolor, puede que el médico le prescriba un antidepresivo. Y lo curioso es que si el dolor no llega a ser tratado, puede terminar provocando una depresión al paciente. Sin embargo, si el dolor se hubiese diagnosticado correctamente se podría haber evitado, además del dolor, la depresión.
Si la persona se comporta de forma agresiva o se muestra agitada debido al dolor, es posible que se le prescriba un antipsicótico, y el paciente tenga que sufrir los posibles efectos secundarios (aumento de la mortalidad, eventos cerebrovasculares y caídas) cuando lo que realmente ha provocado ese comportamiento es el dolor que sigue sin abordarse.
El dolor puede llevar a que el paciente reduzca su movilidad, aumentando su riesgo de caídas. Incluso puede afectar al cerebro y empeorar su capacidad para pensar, acelerando su deterioro cognitivo.
¿Cuáles son las principales causas que provocan dolor?
- Estreñimiento e infecciones de orina
- Permanecer sentado o acostado durante demasiado tiempo
- Escaras
- Artritis
- Osteoporosis
- Antiguas lesiones, como una fractura de cadera
- Lesiones no detectadas o no tratadas
- Dolor de cabeza o migraña
- Problemas de espalda
- Problemas en los pies
- Problemas en la boca
- Diabetes
- Infecciones
Fecha de publicación: 12 enero 2017
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3 Comentarios
Mi mamá tiene alzhéimer moderado. Ella dice que la quiero matar y tiene dolor, pero no se ha caído, y hace unos días no durmió toda la noche y hablaba sola. Ella tiene 73 años, es hipertensa y anoche durmió en el piso y se hizo pipí en la ropa. La metí a bañar. La tuve que bañar y ella lloraba cuando yo le echaba el agua y que no podía caminar. Un consejo: cómo podría ayudarla, porque yo me desespero; porque quiere dormir todo el día y en la noche no me deja dormir.
Querida Gricelda: Muchas gracias por tu confianza. Respecto a la información que nos proporcionas, hay varios aspectos en los que quizá se podría intervenir. Primero, sería importante descartar que, efectivamente, tu madre pudiera tener algún tipo de dolor, por lo que te recomiendo que la lleves al médico para que pueda realizar una valoración adecuada. Es importante observar en qué momentos se queja para poder comentárselo al médico. Si el dolor aparece cuando la vistes, quizá le duelan las articulaciones al realizar determinados movimientos. Te recomiendo, por tanto, que estés atenta para que puedas averiguar en qué momentos aparece. Respecto a las noches, es normal que quiera dormir por el día si no ha dormido por la noche. Por eso, es importante que estos pacientes recuperen un correcto ciclo de sueño, es decir, que estén despiertos y activos por el día para que puedan dormir mejor. Sería interesante diseñar una rutina de actividades diaria, en la que se incluyan paseos y ejercicio físico en algún momento de día. La luz de sol influirá positivamente en este objetivo. Si se echa siesta, se puede valorar quitarla o reducirla.
También convendría mantenerla activa con otras actividades, como escuchar música, pintar mandalas, llevar a cabo tareas del hogar, como doblar servilletas, ordenar fotos… u otras actividades que se te puedan ocurrir que le pudieran entretener y que a la vez que le hagan sentirse útil.
En cuanto a los llantos, a la hora de bañarla, pueden deberse a varios motivos. En los casos de la demencia tipo alzhéimer, las personas que lo sufren pueden llegar a no comprender qué se les está haciendo ni el por qué o no estar de acuerdo con que se les duche, por lo que pueden sentirse agredidas en este proceso. Si ese fuera el caso, conviene tranquilizarla primero y explicarle, en un lenguaje sencillo, que se está haciendo y lo que esperas de ella. Otra táctica útil, una vez que esté más tranquila, es distraerle con una música que le guste o darle conversación o proporcionarle algo para que lo manipule durante el baño o para que colabore durante el mismo. También se recomienda tomar medidas para que no tenga frío durante el aseo, así como comenzar a lavarla por los pies para ir subiendo, poco a poco, por el resto del cuerpo. Son pautas que se pueden seguir para hacer este momento más agradable.
Es importante tener en cuenta, a lo largo del día, cuando os dirijáis o esperéis algo de ella, como que se levante, coma, etc , que busquéis, antes de moverla, el contacto visual y que os aseguréis que esté tranquila cuando la queráis comunicar algo. Una vez que os mire y os atienda, es importante hablarle con un lenguaje sencillo, frases cortas y órdenes claras, y si es necesario dividirlas en sencillos pasos, ya que quizá su lenguaje y la comprensión estén afectados. Evita los movimientos bruscos.
Estos son algunas de las recomendaciones que pueden ayudarte. En todo caso, si ves que sigue muy alterada, es recomendable que acudas a su neurólogo para que pueda revisar su medicación. Un cordial saludo, María Victoria Fernández de Caleya, psicóloga de bluaU Senior.
Algunos artículos que pueden ayudarte:
https://www.cuidarbien.es/te-ensenamos/como-duchar-a-una-persona-con-alzheimer-sin-que-se-altere
https://www.cuidarbien.es/te-ensenamos/que-hacer-cuando-un-paciente-con-alzheimer-no-se-quiere-duchar
https://www.cuidarbien.es/te-ensenamos/14-consejos-para-duchar-a-una-persona-con-demencia
https://www.cuidarbien.es/cuidate/las-personas-que-sufren-insomnio-son-mas-propensas-a-caer-en-depresion
https://www.cuidarbien.es/te-ensenamos/la-melatonina-podria-mejorar-el-insomnio-en-los-pacientes-con-alzheimer
Hola, mi madre tiene 88 años, alzhéimer en fase moderada. Se viste y come sola, y una artrosis avanzada que desde el pasado mes de Abril le afecta la rodilla. Los cambios que le noto, porque vivo con ella, son una mayor irritabilidad, más quejas, si cabe, en los momentos del baño o cambio de ropa. Depresión, dice que quiere morirse por el dolor y, por supuesto, yo, que soy su cuidadora, no le estoy dando las pastillas correctas. Lo hago mal. Creo que hay un componente adicional en todo esto, y es lo que yo llamo » efecto comparación». Cuando a cualquiera de nosotros se nos rompe una cadera y nos operan, aunque el proceso sea lento y doloroso, tenemos la capacidad de recordar cómo estábamos al principio y cómo hemos mejorado hasta ahora. El paciente de alzhéimer no puede hacer ese comparativo porque no lo recuerda y, por tanto, la frustración es mayor. No recuerda cómo estaba y cómo ha mejorado. Es muy complicado.