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Cómo hacer la higiene de una persona con alzhéimer

Observar atentamente sus reacciones y distraer su atención son dos de las recomendaciones

    A medida que el alzhéimer avanza, uno de los trastornos de comportamiento más frecuente que puede experimentar nuestro ser querido es la resistencia a que alguien le ayude con su higiene personal. Erika Manzano, coordinadora del Campus Ferraz, nos explica cómo consiguió que Luisa, que rechazaba la sola idea de mojarse, aceptara de nuevo ducharse.

    Cuando Laura llamó al servicio En Casa Contigo lo hizo sin ninguna fe. Pero se dijo: “Qué puede pasar … lo peor es que no acierten a lavar a mi madre, y esa situación es la que ya tengo ahora”.

    Laura era pesimista porque llevaba mucho tiempo intentando que su madre, de 92 años y con un alzhéimer en una fase moderada, aceptase que la lavaran. Primero lo intentó ella. Imposible, no había manera. A pesar de que su madre es menuda, no mide más de 1,50 m y está muy delgada, cuando la metía en la ducha desarrollaba una fuerza que ella nunca hubiera imaginado que tenía. Y toda esa fuerza se convertía en resistencia. Pero lo peor no era superar su oposición, lo peor era verla sufrir.

    Cerca de su casa, había un centro de día. Así que decidió llevarla. “Seguro que allí el proceso sería más fácil”, pensó. Pues no hubo forma. Tres personas intentaron lavar a Luisa, la madre de Laura, y no fue posible. Opuso tanta resistencia que se hizo daño en las piernas y ahora las lleva vendadas porque, debido a sus problemas de circulación, no terminan de curarse.

    Así que cuando los profesionales de En Casa Contigo se presentaron en su domicilio para hacer una valoración, Laura fue correcta, pero en el fondo albergaba pocas esperanzas.

    Erika Manzano, coordinadora del Campus Ferraz, fue la encargada de llevar el caso. El primer día empleó todas sus técnicas: calentó el baño antes de llevar a Luisa, dejó la temperatura del agua preparada para que el contacto con su piel fuese agradable y comenzó a cantarle canciones de su época. Todo iba bien hasta que le mencionó la palabra “ducha”.

    Entonces, Luisa dijo que no, que no y que no. Y no hubo manera. Hubo algún intento más, que también resultó desafortunado, y Erika se llevó de recuerdo algún que otro arañazo, hasta que dio con la fórmula.

    Tras observar sus reacciones, se dio cuenta de que en cuanto le mencionaba la palabra ducha o mojar o lavar, la paciente se alteraba y se oponía en rotundo. De hecho, la hija cometía el mismo error. Antes de que Erika llegara al domicilio, ella le adelantaba a su madre que ese día la iban a duchar. Con lo que Luisa ya se preparaba para oponerse.

    Un error fácil de cometer porque muchas veces a las personas con alzhéimer se les explica las actividades que van a desarrollar a continuación para que las acepten y estén más tranquilos.

    Así que Erika se armó de paciencia y empezó a explicarle a Luisa que la iba a desvestir para poder ponerle la ropa que había preparado para ir al centro de día, pero sin mencionarle la palabra ducha. Primero le fue quitando las distintas prendas de la parte de arriba. Y cada vez que le quitaba una prenda le enseñaba la otra que le iba a poner. Por ejemplo, le quitaba la camisa del pijama y le decía: “tengo que quitártela para poder ponerte esta camiseta. Luego te pondré el jersey, y una vez vestida nos iremos al centro”.

    Luisa tenía problemas de audición. Para facilitar la comunicación con ella, Erika no le quitaba las gafas porque tenían los audífonos incorporados.

    Cuando Luisa ya estaba desnuda de cintura para arriba, Erika le ponía una toalla para respetar su intimidad y comenzaba con la parte de abajo. Esta fase era más difícil porque tenía las dos piernas vendadas y había que ponerle unos protectores para impedir que el agua las mojara.

    Una vez desnuda la ayudaba para acercarse a la ducha. Allí, Luisa se sujetaba mediante una barra de apoyo y Erika le explicaba que tenía que limpiar sus genitales porque olían a pis. En cuanto terminaba, le pedía que ella continuase.

    Entonces Luisa cogía la esponja y comenzaba a lavarse. Mientras, Erika aprovechaba para lavarle por detrás, luego el pecho, los brazos y las manos. Una vez que terminaba, le explicaba que ahora tenía que secarla. Esta parte del proceso era más sencilla porque, como a Luisa no le gusta estar mojada, ahí no oponía resistencia.

    El problema es que después de secarla tenía que echarle crema en las zonas que tenía con psoriasis, y eso tampoco le gustaba nada. Luisa odia estar pringosa. Pero Erika ya había descubierto la estrategia. Mientras le pedía que la ayudase a secarla, ella aprovechaba para extenderle la crema.

     Qué consejos utiliza Erika que se podrían aplicar en otros casos:

    1. Observar atentamente al paciente para descubrir que es lo que le altera. En el caso de Luisa, como no le gusta mojarse, cada vez que sus cuidadores le anunciaban que la iban a duchar o a lavar o a mojar, ella se ponía muy nerviosa. Luego Erika, para tranquilizarla, le anunciaba lo que iba a hacer, pero evitaba emplear las palabras que tanto la alteraban.
    2. Mantener su atención en algo que la distraiga de la actividad que la molesta. En este caso, mientras ella misma se limpiaba, Erika aprovechaba que estaba distraída para poder lavarle el resto del cuerpo. Esta estrategia también la utilizaba para poder darle la crema. Si Luisa se alteraba por algo, Erika le preguntaba, por ejemplo, por sus hijos con el fin de evitar que su atención se dirigiera hacia la actividad que no le gustaba.
    3. Mantener siempre la calma y utilizar un tono de voz que transmita tranquilidad.
    4. Paciencia, mucha paciencia. “La familia nos contrató por una hora. Generalmente este proceso de limpieza suele durar unos 20 minutos, pero con Luisa necesitaba emplear la hora entera”, explica Erika.

    Pero a pesar de estos consejos, había días que era imposible lavar a Luisa. “Si había pasado una mala noche, por ejemplo, entonces no había manera”, explica Erika.

    En esos momentos, aconseja desistir. “Los cuidadores tenemos que entender que hay que ser flexibles. No siempre podemos hacer lo que nos hemos propuesto. Hay que aceptar estos momentos y entender que si hay días que no podemos ducharla, no pasa nada. Ya encontraremos otro en que esté más tranquila y podamos lavarla”.

    Después de secarla y vestirla, Erika le enseñaba cómo lavarse los dientes. “Le paso el cepillo y le muestro que tiene que moverlo de arriba abajo”, explica. Y Luisa, que sorprendentemente conservaba una gran habilidad con las manos, era capaz de hacerlo ella misma.

    También le indicaba qué tenía que hacer para peinarse, ponerse los pendientes y abrocharse los botones de las blusas y de las chaquetas. De esta manera, lograba estimular las facultades que Luisa seguía conservando para evitar que las perdiera.

    Una vez arreglada y con los pendientes puestos, comenzaba el mejor momento del día para Luisa: el desayuno. De hecho, le gusta tanto que desayuna dos veces. Uno más ligero en casa y otro más completo en el centro del día.

    Erika le parte un kiwi por la mitad y le recuerda que la piel no se come, y Luisa se toma la parte de dentro con una cuchara. Luego come un yogur o un suplemento alimenticio con espesante.

    Un vez lista, Erika le muestra el pintalabios y le enseña cómo ponérselo en la boca. Y Luisa, coqueta, lo hace con cuidado, despacito, para no salirse.

    Cuando termina, Erika le dice con orgullo: “Ya está, ya estás lista para ir al centro de día. La más guapa, a qué sí”. Entonces, Luisa la mira y sonríe.

    Fecha de publicación: 26 febrero 2020

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    4 Comentarios

    • Mi marido lleva ocho años con alzheimerest en la fase moderada Peri ya ni entiende nada ni reconoce a sus hijos ni a su nieto .tiene 62 años y yo soy la que lo cuido soy su esposa llevamos casados 38 años.lo peor es la hora de la ducha ni quiere es como si le diera miedo el agua mi nwgk cómo puedo a veces me metí con el y lmw voy hechandi ti el agua para que vea que no pasa nada.t xinsigj lavarlo pero cuando le Javi la cabeza ya se quiere salir.es muy duro. Ya lleva pañal.asu que mi ducho una vez a la semana y todas las mañanas mi Mavi con una manopla y jabón protesta menisy pero ni quiere

    • Yo tengo a mi madre con ese problema y es increible la resistencia que puede oponer. Es complicado hacerles las cosas porque cada día reaccionan de diferente modo. Creo que solo hay una cosa, tener muchissssima paciencia y en ocasiones hacer como que no oyes, pues, aunque sabes que no está bien, las cosas que te dice DUELEN. Saludos

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